Comenzamos a leer la parte de los amigos, la cual Germán solamente nos había introducido en la clase de ayer.
Los hombres de la Antigüedad respetaban mucho a las enamoradas de sus amigos y tenían claro concepto de lealtad en una amistad. Sin embargo, en la actualidad es prácticamente lo opuesto y, por lo tanto, no te fíes ni de tus amigos, parientes o hermanos.
Otro consejo para conquistar a la chica es comprarle regalos: no uno caro, sino pequeñeces; pero que sean las que más le gusten. Esto se debe a que los presentes son una forma de decir que te has acordado de una persona. No obstante, para enamorarla también puedes decirle palabras conmovedoras, aunque siempre el detalle (regalo) por delante. Además, hay que tener en cuenta que no todas las chicas son cultas.
Más formas de cortejar a una mujer es, por ejemplo, influenciarla para que te ordene cosas que ya puedes hacer por ti mismo y así hacer como que le dejas a ella tomar el control de vuestra relación. Otra puede ser el manifestar tu admiración por sus encantos: si la chica es alta, dile a menudo lo mucho que te encanta su altura; si tiene el cabello cuidado, alaba su pelo. También se aconseja que, cuando hayas conseguido acostarte con tu chica, le elogies por la noche que has pasado con ella. ¡Hay que tener cuidado de que, si estás disimulando, no lo descubra!
Como penúltimo consejo, cuando la amada se encuentre enferma, tienes que interesarte por ella y su salud. Aunque esté mala, no hagas como que te da asco: bésala, llora por ella... Pero sé comedido, porque sino se molestará y ocasionará el efecto contrario.
Y finalmente, como última forma de seducir a una mujer, el hecho de ser continuo permite que, por costumbre, terminéis en una relación permanente, es decir, formal.
Como dije en la publicación anterior, considero que se ajusta totalmente a la realidad. Y, como confesé también en la entrada de ayer, no usaría esos consejos con nadie. Bueno, tal vez con alguien sí.
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